miércoles, 6 de octubre de 2010

Dominación de un switch (2)

Cuánto tiempo necesitaste para entenderme…cuánto para asumir que todo yo era verdad. Te pusiste a rebuscar como una cría intentando encontrar qué era eso en el BDSM que tanto te atraía, y no sabías por dónde empezar. Lógico recurso, Internet. Y maldito también, ¿No crees?

Te enredaste en redes de las que nada sabías confiando en que la gente tratara este mundo de la misma forma en que lo tratabas tú. Sincera, curiosa…Yo no sabía que ya estabas por aquí aunque en el fondo, no diré que estaba seguro…pero confiaba en que existías.

Si lo hubiera sabido…quizás habría sido otro de tus primeros desengaños. Pero no puedo evitar pensar que me hubiera sentido igual que ahora, y tú te habrías sentido así también. No puedo evitar desear dar marcha atrás al tiempo, y ser tu primer contacto cuando entraste a curiosear sin saber qué buscabas. Porque realmente, cuando llegaste a mí, no eras un muñequita rota...solo porque simplemente nunca podrías serlo. Pero sí una niñata creída, capaz de crispar los nervios al más paciente…que se escondía detrás de eso de todos los desengaños que le brindó el maldito anonimato de la web. Qué rápido te calé, y cuantísimo me costó que confiaras en mí…gatita…

La idea de un tercer papel a interpretar, el de los switch, te atrajo tanto y te despertó de tal manera, que no pudiste evitar, tras ese velo de ponerme en duda constantemente, centrar en mí tu atención. No pasaba nada, yo siempre he sido paciente…ya me vengaría en esa piel blanca de que me hicieras ganar tu confianza de esa forma tan pesada…

De todas formas, tanto hablar me sirvió para conocerte tan profundamente, que aparte de amarte como nadie, te conozco mejor que cualquiera…por lo menos, en lo que a nuestro juego se refiere…y después de visitarnos un par de veces, hoy al final te tengo aquí, arrodillada y desnuda ante mí, persiguiendo mi polla como si en ello te fuera la vida…o sin como…

Llevo desde que llamaste a la puerta muriéndome de ganas de dedicarme a ti, ni como Señor ni como sumiso…sino sólo como amante…tu mejor y más fiel amante, gatita. Y tú lo sabes. Aún así, no pienso hacerlo, ya que por fin es hora de que te sumerjas en este mundo, mi mundo…

Pero esta vez, de mi mano…

Retrocedo haciéndote perseguir mi polla burlándome de tus movimientos, hasta apoyarme en la mesa del comedor, y ahí me permito disfrutar de esa boca que tanto se ha permitido rebelarse contra todo, de esos labios finos y esa lengua, sólo mía.

-Hmmmmm pero como me gusta, perra…

- Gracias, mi Señor

Te miro con la mejor cara de asco que consigo poner a esos ojos…

-¡¡¡Pero que haces, no te he dicho que dejes de chupar en ningún momento!!!

Aunque regresas enseguida a tu tarea muerta de ansiedad, no pienso dejarlo ahí. Menuda tontería. Aparto tu boca de mi polla y te recuerdo que tienes el honor de estar ahí arrodillada, y que mi leche tiene que ser adorada por ti como el más divino manjar…porque es lo que vas a comer estos días...Tú con la boca abierta me miras muerta de deseo, pides perdón y suplicas que te deje continuar…creo que por ahora me voy a reservar la bofetada que te tenía preparada.

Dejo una mano apoyada atrás mientras con la otra te empujo al primer punto de todos los que he remarcado cuando hablábamos…tu primer facefucking. Me desentiendo de todo sentimiento mientras a cada inhalación mía tus arcadas e intentos de separarte se van convirtiendo en deleite y morbo para mí, que por fin, por fin, por fin, he conseguido que te entregues a mí…aunque aún no sepas nada.

Después de todos tus desengaños he vencido tus barreras…y al fin eres mía…para modelarte a mi antojo y hacerte…perfecta.

Decido esperar a darme el gusto, y te separo de mi polla mientras te miro a la cara, y te hago subir a la mesa donde estaba apoyado. Te desato las muñecas de la espalda sólo para atar cada uno de tus miembros a una de la patas de la mesa, y observarte atada bocabajo con los miembros en forma de aspa.

Acerco mi mano a tu boca, y tu empiezas a lamer como la puta que yo sé que eres.

-Se ve que te he asustado al llegar, gatita.

Sigues lamiendo mirándome los ojos con tu mejor cara de niña buena. Pero yo te he hablado. Igual habría sido mejor no guardarme la bofetada de antes…ante la duda, te la doy ahora.

-Que hables.

-Igual un poco, mi Señor.

-¿Me tienes miedo?

-Tengo miedo a no poder escapar si me duele algo, pero no a vos, Señor.

-Haces muy mal…

Te coloco en la boca una mordaza de anilla, de forma que tu boca queda irremediablemente abierta, y dejo bajo tu cara un paño…

-Apuesto a que no tardarás en dejarme la mesa perdida de babas, parece ser que las perras como tú no podéis evitar tener la boca abierta…¿no?

Sonrío ante el intento de respuesta que me das, y dejándote así salgo de la habitación, voy a buscar algo con lo que poder jugar contigo, y a ver en qué hago tiempo mientras tú te pones poco a poco más nerviosa.

Vuelvo a tu lado con diferentes opciones para castigar ese cuerpo que tan poco acostumbrado está a someterse, y finalmente me decido por la vara, sé por lo que me has contado que no te gusta, pero la opción de ver tu culo rebotando y enrojeciéndose ante ella me privan.

Empiezo acariciando tu espalda con la punta de la vara, recorriendo la línea de tu columna y la uso para pincharte y separar tus nalgas, disfrutando el espectáculo involuntario que me das, mientras te retuerces intentando verme…y decido empezar. El primer varazo cae estallando contra tu piel y arrancándote un gemido, de haber tenido la boca cerrada quizás habrías podido contenerlo.

-Si no fueras así de difícil esto se transformaría…

Noto que lo que me quiere decir puede resultar interesante y te separo la mordaza de los labios.

-¿No me azotarías?

-Qué tonta. Haría lo que quisiese.

-¿Entonces?

-Dejaría de ser un correctivo.

-Pero si siguieras haciéndolo no se transformaría en nada.

-Para mí, sí. Pasaría a ser diversión…-vuelvo a colocarte la mordaza y te beso la frente.

Empiezo a tantear tus piernas y tu espalda con la vara pero no puedo evitar volver a por tu culo, disfrutando de su movimiento y del color que va tomando…es doloroso pero no excesivo, y una vez tu piel entra en calor pareces soportarlo mejor. No soy un sádico, así que decido cambiar…

Te coloco un cojín en el vientre haciéndote dejar el culo en pompa y calmo su calor, primero con mis manos y después con mi lengua, oyéndote suspirar, y cojo un consolador anal fino, ya que ese culo tan mío todavía es virgen, y no tengo intención de rompértelo, mientras que no me provoques. Te lo acerco a la boca y tú me miras, los ojos brillantes tanto por la postura como por los azotes, como por la vergüenza.

-Saca la lengua.

Con dificultad sacas la lengua a través de la anilla, mientras te aviso que, cuanto más lubricado, menos dolor, así que durante unos minutos tengo el placer del espectáculo de mi perra, atada y desnuda, con la espalda, las piernas, y sobretodo el culo, marcados por mi vara, la boca inexorablemente abierta, ensalivando el objeto que pasará a martirizarla en poco tiempo, como si no hubiera nada más en su mundo. Conteniendo las ganas de sacar esa mordaza y empezar a usar esa boca en mi polla, visiblemente dura y erguida, te la paso por la cara mientras sigues lamiendo, apartándola cuando parece que la lengua va a por ella, mientras me miras a los ojos, quemándome por dentro, mi niña.

Vuelvo a tu espalda y compruebo lo húmeda que estás, y me dedico a jugar con tu coño lubricando aún más si cabe el consolador, realmente no pretendo hacerte daño. Apoyándolo en la entrada tan prieta del ano, mientras lo voy lamiendo y abriéndolo bien, voy empujándolo para que entre poco a poco mientras te oigo gemir y protestar. Una vez metido hasta donde considero oportuno, te muerdo suavemente y me dedico a jugar con los dedos en tu raja notando como los quieres aprisionar.

-Pero cómo puedes ser tan cerda. Estás atada, amordazada, te he azotado, y te he metido un consolador por el culo. ¿Disfrutas?

Alcanzo a oír algo así como un "Hí, aaahmo…" muy bajito mientras bajas la cabeza, y me decido a terminar antes de forzarte un brazo, o algo, así que te introduzco de golpe un vibrador bien potente en el coño, y te dejo así, advertida de que no se te puede caer ninguno, mientras arrastro un sillón a tu lateral y me siento para que veas que pienso disfrutar la vista.

Me miras mientras sientes cómo te llega el orgasmo, sabes que debes pedírmelo y lo intentas, pero…puta mordaza, ¿No? Noto cómo suplicas con la mirada, y ya no puedo más, me acerco a ti, te quito la anilla, y antes de que te dé tiempo a pedirme nada o agradecerme nada, te meto la polla hasta notar resistencia, sin hacer caso de tus arcadas. Te cojo del pelo hacia atrás y te miro, los ojos llorosos de las arcadas, la boca entreabierta, a punto del orgasmo…

-…A…A…Amo…

-Córrete para mí, gatita…

Te vuelvo a meter la polla en la boca pero esta vez dejo que seas tú la que lleve el ritmo una vez te llevo por el pelo marcándote el inicio, y me preocupo sólo de dejarme llevar y llegar cerca de cuando lo hagas tú, de forma que noto como te convulsionas abandonada a tu orgasmo apretándome con un poco más de fuerza la polla, y te recuperas a tiempo de recibir mi leche hasta la campanilla.

-Mírame…y traga.

No dejas escapar nada demostrándome que sí lo disfrutas como un manjar, y después sigues jugando con mi polla, demostrándome eso que ya me habías contado, que "sueles continuar después de que se corran porque te parece que lo disfrutan mucho también". Sí que lo hacen, pequeña, o yo por lo menos…

Te saco los consoladores, provocando que te muevas, agitada, y te desato, dejándote adoptar una posición más cómoda, mientras te froto las piernas entre que tú haces lo mismo con los brazos, para recuperar la movilidad, y me quedo mirándote de frente, realmente sin saber si estarás contenta o algo desilusionada por cómo están yendo las cosas…y la verdad, espero no ser tan transparente como parece, porque me miras sonriendo y te me cuelgas del cuello susurrando "Gracias…"

No puedo controlar más mis ganas, y cogiéndote en brazos me enredo contigo en un beso largo, mientras te voy llevando hacia mi dormitorio…

Me matas de deseo, gatita…